Para
el diseñador malagueño todo (pintura, escultura, moda…) parte del
mismo lugar; la inquietud. Y es precisamente a mujeres inquietas a
quienes van dirigidas sus prendas: “Un traje en sí no es sexy,
clásico, elegante o femenino.La
mujer es el fin de nuestro trabajo,
lo más importante de nuestra colección” aclara él. Un intento,
por otra parte, nunca exento de polémica.
Si con su primer desfile en Cibeles hizo saltar todas las alarmas al
cubrir la cabeza de las modelos, su intento de transgredir y provocar
ha ido un tanto en detrimento, aunque sin llegar a abandonarle,
quizás porque nunca fue su objetivo principal. “No busco la
provocación”, afirma. A lo que añade: “Más que provocar, me
gusta emocionar.
Crear imágenes abiertas a interpretaciones. Ya lo decía Bourgeois,
lo importante son las ideas y las emociones. Todo lo que nos
agite nos
hace sentirnos más vivos e intensos”.
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